BIENVENIDOS.

Si miráramos más seguido al Cielo, acabaríamos teniendo alas.

martes, 27 de noviembre de 2012








 










    Por : Monseñor Alirio López

 


ORACIÓN DE ACCIÓN DE GRACIAS POR EL AÑO QUE TERMINA

Y BENDICIÓN PARA EL NUEVO AÑO.

  

“TUYOS SON SEÑOR, LA GLORIA Y EL PODER, EL CIELO Y LA TIERRA

LOS DIAS Y LOS AÑOS, LAS HORAS Y MINUTOS. TUYO ES EL REINO, POR LOS SIGLOS DE LOS SIGLOS.

 

GRACIAS SEÑOR POR ESTE AÑO QUE TERMINA. POR TU PRESENCIA

EN MI VIDA, EN MI FAMILIA EN MI COMUNIDAD. GRACIAS POR EL

PAN BENDITO QUE HEMOS COMPARTIDO, POR LA ALEGRIA PEREMNE

DE TU PRESENCIA, POR LOS MOMENTOS DE ANGUSTIA Y SOLEDAD.

POR LOS DIAS OSCUROS Y LAS NOCHES TEMPESTUOSAS. GRACIAS, SÍ, BUEN

PADRE DIOS, PORQUE AUNQUE EN LA NOCHE DEL DOLOR LA ESPINA

MALTRATA EL CORAZÓN, NO ME HE SENTIDO SOLO (A). ALLÍ, TÚ PRESENCIA

HA SIDO LA FUERZA QUE HA ANIMADO MI EXISTENCIA.

 

GRACIAS POR MIS PADRES Y MIS HERMANOS, MI ESPOSA (O), MIS HIJOS Y

MIS AMIGOS. POR TODOS AQUELLOS QUE HAN TENDIDO SU MANO PARA

ANIMAR MIS PASOS Y EN MEDIO DE LAS ESPINAS Y ABROJOS, HAN SIDO

EL BÁLSAMO QUE HA CURADO MIS HERIDAS.

 

GRACIAS POR ESTE AÑO QUE TERMINA, POR EL ABRAZO SINCERO QUE RECIBO,

POR LA PALABRA OPORTUNA Y LLENA DE ESPERANZA, POR EL BRINDIS

DE LA PAZ Y DE LA VIDA. PORQUE NUNCA FALTE LA SONRISA Y LA ESPERANZA

DE UN NUEVO AMANECER EN NUESTRAS VIDAS.

 

EN TUS MANOS BENDITAS DE PADRE Y DE AMIGO, COLOCO ESTE NUEVO AÑO

LLENO DE EXPECTATIVAS E ILUSIONES. QUE CADA DIA DE ESTE CAMINAR, SEAS TÚ LA LUZ QUE GUÍE MIS PASOS, PARA QUE DONDE YO VAYA, NO LLORE

UN NIÑO NI HAYA UN PADRE AUSENTE, CON ESA AUSENCIA AMARGA, CON

ESA AUSENCIA ROJA, QUE ARRUGA LOS CLAVELES A LA ALTURA DEL PECHO

Y DE LA FRENTE.

 

QUE SI HAY NIÑOS SIN MADRE Y SIN JUGUETES, TENGAN AL MENOS, SU

RACIÓN DEL CIELO; QUE NO ZURZA RESPONSOS LA ABUELITA, NI FUME

MÁS AUSENCIAS EL ABUELO.

 

QUE NO ME ENCUENTRE SEÑOR JUNTO AL CAMINO, A UNA MADRE QUE

ENREDA SUS ENTRAÑAS EN LOS RÚSTICOS BRAZOS DE UN CALVARIO.

 

POR ESTA PATRIA YO TE RUEGO EN ESTE CAMINAR DEL NUEVO AÑO.

QUE NO FALTE EL PAN, EN NUESTRAS MESAS, NI TU PALABRA BENDITA

QUE NOS SALVA, NI LA ALEGRIA SENCILLA QUE NOS UNE, EN UN CÁNTICO

DE PAZ Y DE JUSTICIA.

 

QUE MARIA, OH JESÚS AMIGO MÍO, ME BENDIGA. Y SU MANO PODEROSA

ME PROTEJA DEL MAL Y LA CIZAÑA QUE AMENAZAN.

 

POR ESTE CAMINAR YO TE SUPLICO, SALUD Y BENDICIÓN EN NUESTRAS VIDAS.” AMÉN

¡Feliz Navidad! Familia Albertina.

 
Para toda la familia Albertina mis mejores deseos en esta Navidad y Año Nuevo 2012
Que el Niño Jesús llene de alegría, paz y amor sus Hogares.
Felicidades.
 
 
 
 
 

La Virgen de Guadalupe.

Nuestra Señora de Guadalupe.... Ruega por nosotros.
 
 
 
 
 
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12 de Diciembre. Fiesta de la Virgen de Guadalupe

LAS APARICIONES [Ir al principio de esta página]

[Aparición de la Virgen a San Juan Diego]Diez años después de la conquista de México, el día 9 de diciembre de 1531, Juan Diego iba rumbo al Convento de Tlaltelolco para oír misa. Al amanecer llegó al pie del Tepeyac. De repente oyó música que parecía el gorjeo de miles de pájaros. Muy sorprendido se paró, alzó su vista a la cima del cerro y vio que estaba iluminado con una luz extraña. Cesó la música y en seguida oyó una dulce voz procedente de lo alto de la colina, llamándole: "Juanito; querido Juan Dieguito". Juan subió presurosamente y al llegar a la cumbre vio a la Santísima Virgen María en medio de un arco iris, ataviada con esplendor celestial. Su hermosura y mirada bondadosa llenaron su corazón de gozo infinito mientras escuchó las palabras tiernas que ella le dirigió a él. Ella habló en azteca. Le dijo que ella era la Inmaculada Virgen María, Madre del Verdadero Dios. Le reveló cómo era su deseo más vehemente tener un templo allá en el llano donde, como madre piadosa, mostraría todo su amor y misericordia a él y a los suyos y a cuantos solicitaren su amparo. "Y para realizar lo que mi clemencia pretende, irás a la casa del Obispo de México y le dirás que yo te envío a manifestarle lo que mucho deseo; que aquí en el llano me edifique un templo. Le contarás cuanto has visto y admirado, y lo que has oído. Ten por seguro que le agradeceré bien y lo pagaré, porque te haré feliz y merecerás que yo te recompense el trabajo y fatiga con que vas a procurar lo que te encomiendo. Ya has oído mi mandato, hijo mío, el más pequeño: anda y pon todo tu esfuerzo".
Juan se inclinó ante ella y le dijo: "Señora mía: ya voy a cumplir tu mandato; me despido de ti, yo, tu humilde siervo".
Cuando Juan llegó a la casa del Obispo Zumárraga y fue llevado a su presencia, le dijo todo lo que la Madre de Dios le había dicho. Pero el Obispo parecía dudar de sus palabras, pidiéndole volver otro día para escucharle más despacio.
Ese mismo día regresó a la cumbre de la colina y encontró a la Santísima Virgen que le estaba esperando. Con lágrimas de tristeza le contó cómo había fracasado su empresa. Ella le pidió volver a ver al Sr. Obispo el día siguiente. Juan Diego cumplió con el mandato de la Santísima Virgen. Esta vez tuvo mejor éxito; el Sr. Obispo pidió una señal.
Juan regresó a la colina, dio el recado a María Santísima y ella prometió darle una señal al siguiente día en la mañana. Pero Juan Diego no podía cumplir este encargo porque un tío suyo, llamado Juan Bernardino había enfermado gravemente.
Dos días más tarde, el día doce de diciembre, Juan Bernardino estaba moribundo y Juan Diego se apresuró a traerle un sacerdote de Tlaltelolco. Llegó a la ladera del cerro y optó ir por el lado oriente para evitar que la Virgen Santísima le viera pasar. Primero quería atender a su tío. Con grande sorpresa la vio bajar y salir a su encuentro. Juan le dio su disculpa por no haber venido el día anterior. Después de oír las palabras de Juan Diego, ella le respondió: "Oye y ten entendido, hijo mío el más pequeño, que es nada lo que te asusta y aflige. No se turbe tu corazón, no temas esa ni ninguna otra enfermedad o angustia. ¿Acaso no estoy aquí yo, que soy tu madre? ¿No estás bajo mi sombra? ¿No soy tu salud? ¿Qué más te falta? No te aflija la enfermedad de tu tío, que no morirá ahora de ella; está seguro de que ya sanó".
Cuando Juan Diego oyó estas palabras se sintió contento. Le rogó que le despachara a ver al Señor Obispo para llevarle alguna señal y prueba a fin de que le creyera. Ella le dijo:
"Sube, hijo mío el más pequeño, a la cumbre donde me viste y te di órdenes, hallarás que hay diferentes flores; córtalas, recógelas y en seguida baja y tráelas a mi presencia".
Juan Diego subió y cuando llegó a la cumbre, se asombró mucho de que hubieran brotado tan hermosas flores. En sus corolas fragantes, el rocío de la noche semejaba perlas preciosas. Presto empezó a córtalas, las echó en su regazo y las llevó ante la Virgen. Ella tomó las flores en sus manos, las arregló en la tilma y dijo: "Hijo mío el más pequeño, aquí tienes la señal que debes llevar al Señor Obispo. Le dirás en mi nombre que vea en ella mi voluntad y que él tiene que cumplirla. Tú eres mi embajador muy digno de confianza. Rigurosamente te ordeno que sólo delante del Obispo despliegues tu tilma y descubras lo que llevas".
Cuando Juan Diego estuvo ante el Obispo Fray Juan de Zumárraga, y le contó los detalles de la cuarta aparición de la Santísima Virgen, abrió su tilma para mostrarle las flores, las cuales cayeron al suelo. En este instante, ante la inmensa sorpresa del Señor Obispo y sus compañeros, apareció la imagen de la Santísima Virgen María maravillosamente pintada con los más hermosos colores sobre la burda tela de su manto.
LA CURACIÓN DE JUAN BERNARDINO [Ir al principio de esta página]
[Aparición de la Virgen a Juan Bernardino]El mismo día, doce de diciembre, muy temprano, la Santísima Virgen se presentó en la choza de Juan Bernardino para curarle de su mortal enfermedad. Su corazón se llenó de gozo cuando ella le dio el feliz mensaje de que su retrato milagrosamente aparecido en la tilma de Juan Diego, iba a ser el instrumento que aplastara la religión idólatra de sus hermanos por medio de la enseñanza que el divino códice-pintura encerraba.
Te-coa-tla-xope en la lengua Azteca quiere decir "aplastará la serpiente de piedra". Los españoles oyeron la palabra de los labios de Juan Bernardino. Sonó como "de Guadalupe. Sorprendidos se preguntaron el por qué de este nombre español, pero los hijos predilectos de América, conocían bien el sentido de la frase en su lengua nativa. Así fue como la imagen y el santuario adquirieron el nombre de Guadalupe, título que ha llevado por cuatro siglos.
Se lee en la Sagrada Escritura que en tiempo de Moisés y muchos años después un gran cometa recorría el espacio. Tenía la apariencia de una serpiente de fuego. Los indios de México le dieron el nombre de Quetzalcoatl, serpiente con plumas. Le tenían mucho temor e hicieron ídolos de piedra, en forma de serpiente emplumada, a los cuales adoraban, ofreciéndoles sacrificios humanos. Después de ver la sagrada imagen y leer lo que les dijo, los indios abandonaron sus falsos dioses y abrazaron la Fe Católica. Ocho millones de indígenas se convirtieron en sólo siete años después de la aparición de la imagen.
 
LA TILMA DE JUAN DIEGO [Ir al principio de esta página]
[Detalle de la tilma con la imagen]La tilma en la cual la imagen de la Santísima Virgen apareció, está hecha de fibra de maguey. La duración ordinaria de esta tela es de veinte años a lo máximo. Tiene 195 centímetros de largo por 105 de ancho con una sutura en medio que va de arriba a abajo.
Impresa directamente sobre esta tela, se encuentra la hermosa figura de Nuestra Señora. El cuerpo de ella mide 140 centímetros de alto.
Esta imagen de la Santísima Virgen es el único retrato auténtico que tenemos de ella. Su conservación en estado fresco y hermoso por más de cuatro siglos, debe considerarse milagrosa. Se venera en la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe en la Ciudad de México, donde ocupa el sitio de honor en el altar mayor.
La Sagrada Imagen duró en su primera ermita desde el 26 de diciembre, 1535 hasta el ano de 1622.
La segunda iglesia ocupó el mismo lugar donde se encuentra hoy la Basílica. Esta duró hasta 1695. Unos pocos años antes fue construida la llamada Iglesia de los Indios junto a la primera ermita, la cual sirvió entonces de sacristía para el nuevo templo. En 1695, cuando fue demolido el segundo templo, la milagrosa imagen fue llevada a la Iglesia de los Indios donde se quedó hasta 1709 fecha en que se dedicó el nuevo hermoso templo que todavía despierta la admiración de Mexicanos y extranjeros.

martes, 20 de noviembre de 2012

El tiempo de adviento explicado para ti.



 
 
 
 
 

 
 


Adviento. Tiempo de escucha.

 



Hablar es cosa fácil, no así el escuchar.
Sin duda por eso nos dio el Señor dos orejas pero sólo una lengua. Oir como quien oye llover. Oía campanas sin saber de dónde, también resulta sencillo. No así lo de escuchar.

Ponerse a la escucha de alguien es, en primer lugar, rechazar todo lo que puede distraer nuestros oídos, nuestra mente, nuestro espíritu.

Escuchar es acallar los tumultos interiores, apartar las fascinaciones de exterior, alejar las interferencias que dispersan la atención y distorsionan la palabra que el otro me dirige.

Escuchar es hacer un silencio lo suficientemente denso como para que yo grite desde él: ¡Ahora tú eres mi centro! ¡Mi meta! ¡Mi carrera me lleva únicamente a ti!

Ponerse a la escucha de alguien es apartar la mirada de uno mismo y volverse hacia el otro, llegar al cara a cara, como diciendo: ¡Aquí estoy! ¡No existe para mí ningún otro interés! ¡Estoy listo para percibir hasta el susurro de tu palabra!

Escuchar equivale a acoger. A abrir de par en par todas las puertas tras de las que uno se guarda. A derribar tanta alambrada y frontera tras de las que nos parapetamos.

Escuchar a alguien es descuidarme a mí y preferir al otro. Es preferir al que está ahí, ante mí; y acogerlo con su saco atestado de ropa más o menos limpia, pero que es la suya. Es aceptar que entre en mí, es recibir al otro, con sus sueños y sus deseos; con sus gustos y disgustos; con sus filias y sus fobias.

Es prever que va a desordenar los estantes tan cuidadosamente ordenados de mi existencia; es cederle el sitio; es ofrecerle las llaves de la casa, como diciéndole: “Tu presencia me lo va a poner todo patas arriba; pero corro el riesgo: ¡te escucho! ¡Las palabras que me digas serán para mí, espíritu y vida”.
Adviento es el tiempo de la escucha porque es el tiempo en el que, lentamente, asimilamos esa Palabra que ha venido a habitar entre nosotros. Adviento es el tiempo en el que todos los que escuchan la Palabra aprenden a cambiar sus tinieblas en claridad. El tiempo en el que, poniéndose a su escucha, se arriesgan a hacer un camino hacia la luz.

Adviento es el tiempo en el que los hombres escuchan al Señor por el altavoz de cada prójimo. Es cuando todo lo que endurece los corazones se derrite ante el calor del Evangelio. Es cuando saltan a la boca de uno palabras nuevas y al corazón de uno sentimientos nuevos y a la conducta de uno actitudes nuevas… Así nace el Otro en uno. Por eso, porque…
¡Adviento es tiempo de nacer!


SOLEMNIDAD DE JESUCRISTO REY DEL UNIVERSO




“Vengan benditos de mi Padre, hereden el reino preparado para ustedes”
(Mt. 25,31-46)



Este domingo culmina el año litúrgico, y el próximo iniciaremos el tiempo de Adviento, que es la preparación a los misterios navideños. El año litúrgico tiene, como solemne final, la fiesta de Cristo Rey del Universo.
El tema que desarrolla el evangelio de hoy es el último acto de la historia humana o juicio final.

¿Qué mensaje nos enseña este relato del juicio final? A pesar de todas las manipulaciones y trampas que impiden que actúe la justicia humana, al fin de los tiempos se manifestará la justicia de Dios basada sobre la verdad, que no puede ser comprada ni atemorizada.
La impunidad del delito acobarda a los ciudadanos honestos, y envalentona a los delincuentes. En la vida diaria parece que triunfan las fuerzas del mal. Pero se trata de un triunfo aparente, pues no podrán evitar la rendición de cuentas al final.

Seremos juzgados por lo que hicimos o dejamos de hacer por los demás: En la mentalidad de los fariseos, la fidelidad a Dios se medía por el cumplimiento de las numerosísimas normas y por la realización de unos ritos descritos en sus mínimos detalles.
Es el señor juez único de todas las personas y el redentor de todos. No nos habla de una divinidad abstracta y alejada del mundo sino de Dios hecho hombre que se entrego para salvarnos y se quedo disfrazado de pobre y débil a nuestro lado.

Este evangelio nos viene a recordar que el seguimiento de Jesús no es algo teórico sino practico. A Jesús no se le sigue por la mera lectura de libros o teorías más o menos convenientes. El encuentro con el Señor se da en la vida diaria, en cada rincón del mundo y en nuestro interior.

Hay personas que están sumamente preocupadas de que llevan en sus manos cuando se presenten ante Dios; son las buenas obras las que quieren determinar el encuentro. Cuanto más buenas obras hagamos, más cerca de Dios estaremos. Y me parece justo lo contrario. No me refiero al no hacer obras buenas. Las obras buenas son un distintivo clarísimo del cristiano.

La fe y las obras deben ir unidas en una síntesis bien entendida del evangelio. Me refiero a que la vida del cristiano no es un acumular obras buenas para presentarlas al Señor para que El vea quienes somos, sino que estas obras tienen que ir acompañadas por una entrega total y con un amor sublime. No hacer estas obras solo porque está escrito en el evangelio y hay que hacerlas sin que ni para qué. Darnos, desangrarnos y entregarnos a ese jesus sin ir esperando la recompensa final, sino solo por amor.
Para los seguidores de Cristo, la fidelidad a Dios se mide por el amor a los hermanos. Los dos mandamientos – el amor a Dios y a los hermanos – quedan integrados en un solo mandamiento porque el amor al prójimo es el amor a Dios mismo.



Este evangelio es una prueba irrefutable de que la fe no se puede reducir a una vivencia individual sino que tiene una dimensión social: “Vengan, benditos de mi Padre; tomen posesión del Reino preparado para ustedes desde la creación del mundo; porque estuve hambriento y me dieron de comer, sediento y me dieron de beber” (Mt.25,34)

Jesús, Señor y Juez del universo, hace una afirmación sorprendente: “Yo les aseguro que cuando lo hicieron con el más insignificante de mis hermanos conmigo lo hicieron”. Jesús se identifica con los débiles“ La situación de extrema pobreza generalizada, adquiere en la vida real rostros muy concretos en los que deberíamos reconocer los rasgos sufrientes de Cristo, el Señor, que nos cuestiona e interpela:



El mensaje en este Domingo dedicado a Jesucristo Rey del Universo es claro: nuestro comportamiento será evaluado en razón de la solidaridad que hayamos manifestado con los que sufren. La expresión contemporánea para referirse a la “parábola de los talentos” es “responsabilidad social”: de las personas, de las empresas, de las universidades, de los colectivos sociales.

Que el día que muera quiero presentarme ante Dios con las manos vacias, pero vacías porque todo lo que se nos dio, se lo dimos a aquellos en los cuales El se nos presento y decirle: Señor, me diste alegría y la sembré en los demás, inteligencia y la puse al servicio desinteresado de los otros, esperanza y la entregue al que la necesitaba. El repertorio con el que vamos a presentarnos ante Dios no es lo que tenemos, ni lo que hemos hecho. Lleguemos vacios ante Dios, suplicantes, pobres, porque entregamos todo para suplir las necesidades de los otros. Y El será nuestro dador para toda la eternidad. Amen

lunes, 19 de noviembre de 2012

Para: Reflexionar en Familia.

Adviento quiere decir «venida»
  • En espera del Señor
1- Estamos ya habituados al término «adviento»; sabemos qué significa; pero precisamente por el hecho de estar tan familiarizados con él, quizá no llegamos a captar toda la riqueza que encierra dicho concepto.
Adviento quiere decir «venida».
Por lo tanto, debemos preguntarnos: ¿Quién es el que viene?, y ¿para quién viene?
En seguida encontramos la respuesta a esta pregunta. Hasta los niños saben que es Jesús quien viene para ellos y para todos los hombres. Viene una noche en Belén, nace en una gruta que se utilizaba como establo para el ganado.
Esto lo saben los niños, lo saben también los adultos que participan de la alegría de los niños y parece que se hacen niños ellos también la noche de Navidad. Sin embargo, muchos son los interrogantes que se plantean. E1 hombre tiene el derecho, e incluso el deber, de preguntar para saber. Hay asimismo quienes dudan y parecen ajenos a la verdad que encierra la Navidad, aunque participen de su alegría.
Precisamente para esto disponemos del tiempo de Adviento, para que podamos penetrar en esta verdad esencial del cristianismo cada año de nuevo.
  • Dios y el hombre
2. La verdad del cristianismo corresponde a dos realidades fundamentales que no podemos perder nunca de vista. Las dos están estrechamente relacionadas entre sí. Y justamente este vínculo íntimo, hasta el punto de que una realidad parece explicar la otra, es la nota característica del cristianismo. La primera realidad se llama «Dios», y la segunda, «el hombre». El cristianismo brota de una relación particular recíproca entre Dios y el hombre. En los últimos tiempos —en especial durante el concilio Vaticano II— se discutía mucho sobre si dicha relación es teocéntrica o antropocéntrica. Si seguimos considerando por separado los dos términos de la cuestión, jamás se obtendrá una respuesta satisfactoria a esta pregunta. En efecto, el cristianismo es antropocéntrico precisamente porque es plenamente teocéntrico; y al mismo tiempo es teocéntrico gracias a su antropocentrismo singular.
Pero es cabalmente el misterio de la Encarnación el que explica por sí mismo esta relación.
Y justamente por esto el cristianismo no es sólo una «religión de adviento», sino el Adviento mismo. El cristianismo vive el misterio de la venida real de Dios hacia el hombre, y de esta realidad palpita y late constantemente. Esta es sencillamente la vida misma del cristianismo. Se trata de una realidad profunda y sencilla a un tiempo, que resulta cercana a la comprensión y a la sensibilidad de todos los hombres y sobre todo de quien sabe hacerse niño con ocasión de la noche de Navidad. No en vano dijo Jesús una vez: «Si no os volviereis y os hiciereis como niños, no entraréis en el reino de los cielos» (Mt 18, 3).
  • El ateísmo
3. Para comprender hasta el fondo esta doble realidad de la que cada día late y palpita el cristianismo, hay que remontarse hasta los comienzos mismos de la Revelación o, mejor, hasta los comienzos casi del pensamiento humano.
En los comienzos del pensar humano pueden darse concepciones diferentes; el pensar de cada individuo tiene la propia historia en su vida, ya desde la infancia. Sin embargo, hablando del «comienzo» no nos proponemos tratar propiamente de la historia del pensamiento. En cambio, queremos dejar constancia de que en las bases mismas del pensar, es decir, en sus fuentes, se encuentran el concepto de «Dios» y el concepto de «hombre». A veces están recubiertos por un estrato de otros muchos conceptos distintos (sobre todo en la actual civilización, de «cosificación materialista» e incluso «tecnocrática») ; pero ello no significa que aquellos conceptos no existan o no estén en la base de nuestro pensar. Incluso el sistema ateo más elaborado sólo tiene un sentido en el caso de que se presuponga que conoce el significado de la idea de «Theos», es decir, Dios. A este propósito, la constitución pastoral del Vaticano II nos enseña justamente que muchas formas de ateísmo se derivan de que falta una relación adecuada con este concepto de Dios. Por ello, dichas formas son, o al menos pueden serlo, negaciones de algo o, más bien, de Algún otro que no corresponde al Dios verdadero.
  • En los comienzos de la Revelación
4. El Adviento —en cuanto tiempo litúrgico del año eclesial— nos remonta a los comienzos de la Revelación. Y precisamente en los comienzos nos encontramos en seguida con la vinculación fundamental de estas dos realidades: Dios y el hombre.
Tomando el primer libro de la Sagrada Escritura, esto es el Génesis, se comienza leyendo estas palabras: Beresit bara: «Al principio creó... » . Sigue luego el nombre de Dios, que en este texto bíblico suena «Elohim». A1 principio creó, y el que creó es Dios. Estas tres palabras constituyen como el umbral de la Revelación. A1 principio del libro del Génesis se define a Dios no sólo con el nombre de «Elohim»; otros pasajes de este libro utilizan también el nombre de «Yavé». Habla de Él aún más claramente el verbo «creó». En efecto, este verbo revela a Dios, quién es Dios. Expresa su sustancia, no tanto en sí misma cuanto en relación con el mundo, o sea con el conjunto de las criaturas sujetas a las leyes del tiempo y del espacio. El complemento circunstancial «al principio» señala a Dios como Aquel que es antes de este principio, Aquel que no está limitado ni por el tiempo ni por el espacio, y que «crea», es decir, que «da comienzo» a todo lo que no es.
Dios, lo que constituye el mundo visible e invisible (según el Génesis: el cielo y la tierra). En este contexto, el verbo «creó» dice acerca de Dios, en primer lugar, que Él mismo existe, que es, que É1 es la plenitud del ser, que tal plenitud se manifiesta como Omnipotencia, y que esta Omnipotencia es a un tiempo Sabiduría y Amor. Esto es lo que nos dice de Dios la primera frase de la Sagrada Escritura. De este modo se forma en nuestro entendimiento el concepto de «Dios», si nos queremos referir a los comienzos de la Revelación.
Sería significativo examinar la relación en que está el concepto de «Dios», tal como lo encontramos en los comienzos de la Revelación, con el que encontramos en la base del pensar humano (incluso en el caso de la negación de Dios, es decir, del ateísmo). Pero hoy no nos proponemos desarrollar este tema.
  • Las bases del cristianismo
5. En cambio, sí queremos hacer constar que en los comienzos de la Revelación —en el mismo libro del Génesis—, y ya en el primer capítulo, encontramos la verdad fundamental acerca del hombre, que Dios (Elohim) crea a su «imagen y semejanza». Leemos en él: «Díjose entonces Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen y a nuestra semejanza» (Gén 1, 26), y a continuación: «Creó Dios al hombre a imagen suya, a imagen de Dios lo creó, y los creó macho y hembra» (Gén 1, 27).
Sobre el problema del hombre volveremos el miércoles próximo. Pero hoy debemos señalar esta relación particular entre Dios y su imagen, es decir, el hombre.
Esta relación nos ilumina las bases mismas del cristianismo.
Nos permite además dar una respuesta fundamental a dos preguntas: primera, ¿qué significa «el Adviento»?; y segunda, ¿por qué precisamente «el Adviento» forma parte de la sustancia misma del cristianismo?
Estas preguntas las dejo a vuestra reflexión. Volveremos sobre ellas en nuestras meditaciones futuras y más de una vez. La realidad del Adviento está llena de la más profunda verdad sobre Dios y sobre el hombre.
 




viernes, 9 de noviembre de 2012

 
Colegio San Alberto Magno
10 de Noviembre del 2012
8:00 am.
 
 
 
Pinta y recorta estas figuras y podrás hacer un hermosos pesebre.
 
 
 




Para: Primera Comunión.


 
¡Felicidades!
 
Lina
Yorleidis
Carolay
María Alejandra
Laura
Gabriela
Juan David
Maicol
José Ángel
Sebastían´
 Dilan Andrés
Andrés Felipe
Jorge Luis
Camilo
Juan Camilo
José Jorge
Einstein Alberto
Santiago
Francisco Antonio
 
 
 
 
Por su encuentro con Cristo a través del sacramento de la Reconciliación.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 


sábado, 3 de noviembre de 2012

03 de Noviembre San Martín de Porres.
 
 
Te comparto este vídeo de la vida de un gran amigo de Jesús San Martín de Porres, cual pertenece a nuestra Familia Dominicana, el que con su sencillez de vida y gran amor a los enfermos y a la naturaleza agrado a Dios y ahora esta junto a El pidiendo por todos nosotros.